La historia de los pueblos oscila entre momentos de estancamiento, avances y retrocesos, lo cual de conformidad con la teoría sostenida en el artículo denominado “Las clases y sus luchas de Norte a Sur”,[1] ha dependido de la voluntad política de quienes ostentan el poder.
Es posible establecer una comparación entre dos países vecinos: México y Estados Unidos, que a pesar de las diferencias en desarrollo económico e industrial, la historia y la situación actual los hacen coincidentes en su tendencia a la desigualdad.
Dentro de las semejanzas se cita el ejemplo de la “Gran Depresión” en el período de Franklin D. Roosevelt, quien logró el control sobre la producción y los salarios, y por consiguiente una mejor distribución de la riqueza. La consecuencia: Una clase dominante.
Paralelamente, en México llegó al poder Lázaro Cárdenas, recogiendo la propuesta revolucionaria y sin tanta influencia del exterior logró una reforma agraria, los sindicatos y la expropiación petrolera, lo que podríamos considerar momentos de progreso para las mayorías.
En Estados Unidos, llegaron al poder Dwight Eisenhower y Richard Nixon que continuaron con esta política, pero en 1981 retornó la plutocracia con Ronald Reagan.
En México, también cambiaron las cosas a partir de Miguel Alemán y Miguel de la Madrid, lo cual permitió el ascenso de la derecha neoliberal norteamericana que se caracteriza por la lógica impersonal del mercado. En ese momento, comenzó a decaer el PRI como partido del gobierno que, mientras realizaba obras populistas, se afianzaba en el poder la ultraderecha que lo desprestigiaba.
Es de todos conocido, que en el año 2000 se suscitó el cambio que con “sugerencia” de democracia, permitió al Partido de Acción Nacional ocupar el gobierno, con una tendencia también de ultraderecha.
En estos cambios políticos se ha utilizado como estrategia “el miedo”. De nueva cuenta se observa en el país norteamericano que la creencia que posibilitara la llegada al poder de un demócrata, los haría perder sus privilegios y que los gobernarían los descendientes de los antiguos esclavos.
En nuestras elecciones de 2006, se impuso el actual gobierno a la presidencia mediante la misma estrategia, usando la mercadotecnia para vender la idea que de ganar el partido contrario al gobernante se adoptaría un gobierno como el de Chávez en Venezuela, o de Fidel Castro en Cuba.
Es entonces que a pesar de que ambos países tienen una tendencia a la desigualdad social, Krugman confia en que Estados Unidos, siendo un país con mayor conciencia política y que debido a los fracasos del gobierno actual, en 2008 verá un cambio radical favorable; por el contrario en México, la tendencia es la permanencia en el poder de grupos de ultraderecha que desconocen la forma de hacer frente a la problemática que representa la globalización y el libre comercio, pero sobre todo desconocen la manera de trabajar para romper con la desigualdad y la injusticia.
Aunado a lo anterior, considero que no existe verdadera voluntad política o si ésta existiere falta aún la capacidad intelectual de vislumbrar un futuro incluyente en el cual la aspiración del bienestar social sea el objetivo en común.
Hissarlik Atenea González Cetz
[1]MEYER, Lorenzo, Diario Reforma. 8 de noviembre de 2007.
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1 comentario:
No se puede dejar de considerar que la lucha de clases es un ciclo constante que se manifiesta en todas y cada una de las naciones del mundo; dicho ciclo solo podría ser roto mediante la implementación de políticas sociales realistas y de facto, no demagogias mediáticas. Sin embargo quien pretende lograr tal utopía se conviente en un peligro para los grupos de poder, ejemplo claro en la historia de Yucatán es Felipe Carrillo Puerto; esta desalentadora situación ha llevado tanto a gobernantes como a gobernados a una actitud similar a la de un hamster que corre a toda velociadad en el interior de una rueda estática con la idea de que un día verá un panorama realmente diferente.
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